Historia “VOLANDO ALTO”
por DALINE RANUHY
Also in English, Também em Português
“Natália se enorgullecía de ser muy organizada y responsable. A los 19 años su vida era un ejemplo de organización y buen aprovechamiento de todas las oportunidades que surgían.
En una tarde de noviembre, estaba en el aeropuerto internacional de Ezeiza, en la región metropolitana de Buenos Aires. Esperaba el vuelo que la llevaría hasta Dublín, en Irlanda, donde pasaría tres semanas visitando antiguas construcciones, castillos y edificios medievales, como parte de un curso de su Facultad de Arquitectura y Urbanismo.
Como siempre sucedía con ella, todo estaba debidamente organizado y planeado: hoteles, comidas, guías y todas las asistencias que pudiera necesitar.
Pero ella estaba inquieta, su vuelo estaba atrasado más de media hora. Decidió comprar una botellita de agua mientras seguía esperando. Y, en el balcón de la cafetería, un muchacho alto y moreno, de ojos claros, la abordó preguntando algo en inglés.
Natália no tenía la menor intimidad con el idioma y apenas sonrió, intentando explicar, con gestos, que no lo comprendía. Entonces él se dirigió al empleado de la cafetería, el cual informó a Natália que el chico sólo quería saber dónde sería la puerta de embarque de su vuelo.
Después de intercambiar algunas informaciones con Natália, el empleado explicó al muchacho que bastaría seguirla, pues ambos iban a tomar el mismo vuelo.
A ella le pareció hilarante tener que ser la cicerone de aquel hermoso muchacho con el cual no conseguía siquiera comunicarse. Y continuó tratando de hablar con él en español.
– “¿Me llamo Natália, y tú?”, preguntó ella mientras se apuntaba a sí misma. Y repitió hasta que el la entendió. Y él, queriendo hacerse comprender, respondió:
– “I’m Brian Barstein, I’m Brian Barstein. B. B., B. B.” (que se pronuncia Bi, Bi en inglés), mientras se golpeaba el pecho.
– “Bip, Bip ???”, preguntó ella, cayendo en la carcajada creyendo que él imitaba la bocina de un Escarabajo (Vocho, Pulga, Poncho, Bug/Beetle car). En medio de las risas, ella se ahogó con el agua, y Brian intentó ayudarla dándole palmaditas en la espalda, mientras sonreía algo desconfortable por estar medio que perdido en la broma.
Los guardianes uniformados, viendo la escena de un muchachón de 1,85m golpeando las espaldas de una chica frágil de apenas 1,60m, acabaron acudiendo presurosos, solicitando que Brian soltase a la muchacha inmediatamente. Pero Brian no comprendía, y luego fue empujado por uno de los agentes.
– “Calma oficial. Me he atragantado, él está tratando de ayudarme”, dijo Natália.
– “¿Usted lo conoce?”, preguntó uno de los guardias.
– “Claro que sí, claro que sí. Estamos juntos”, inventó ella, para librar al chico de una confusión inminente.
Liberados por los guardias, prosiguieron con los trámites pertinentes y no se separaron más. Él con una mochila jeans, sin maletas. Ella con una maleta gigante, que tardó 20 minutos hasta ser embarcada, pues tenía el doble de su tamaño y estaba llena de materiales técnicos con los que trabajaba. Y él la ayudó en el Check-In.
Finalmente entraron en el avión, y Natália tomó su asiento en los fondos de la aeronave. Brian, viendo que el vuelo estaba medio vacío, la siguió y se sentó a su lado, sin siquiera recordar que existía un asiento originalmente destinado a su persona.
Ya anochecía cuando el avión finalmente comenzó a taxiar. Mientras levantaba vuelo, Natália se reía mucho, pues percibía que Brian estaba sudando frío, aterrorizado con los primeros movimientos de la aeronave. Era evidente que tenía miedo de avión, no estaba tan acostumbrado como ella.
– “¡Calma Brian, te aseguro que este avión no caerá!”, dijo ella en Español, aun sabiendo que él no entendía sus palabras. Y mientras le hablaba, acariciaba su mano, terminando por abrazarlo. Él no la miraba, estaba de ojos bien cerrados. Pero sentía su cariño y, a medida que el avión ganaba altitud, se fue calmando.
Pasaron la próxima media hora intentando conversar. Pero, dado que no podían entenderse de manera alguna, desistieron de continuar tratando de comunicarse a través de palabras. Él la abrazó cariñosamente y ella se anidó en su pecho. Pensativa, pero tranquila y serena. Permanecieron por unos momentos así, apenas sintiendo el uno al otro.
Después de la deliciosa cena servida a bordo, él tomó la cara de la joven en una de sus manos y la observó bien de cerca, mirando profundamente en sus ojos. Con suavidad, pasó su dedo índice por el delicado rostro de Natália, tocando de leve un pequeño lunar rosado que ella tenía en lo alto de la nariz y otro detrás de la oreja. Él procuraba demostrar a ella, con gestos, cuánto la veía hermosa, cuánto quería para sí esos detalles de su belleza. Al seguir recorriendo su rostro, a cada novedad que encontraba, colocaba las dos manos sobre el corazón, cerrando los ojos y haciendo de cuenta que desmayaba, en una clara demostración de que estaba arrebatado.
Por su parte, ella también jugó con un mechón de cabellos claros que él tenía en medio de los hilos castaño oscuros, como que pidiendo esto a cambio. Intentó encontrar otra señal, pero lo único que encontró fue una lunarcito detrás de su nuca. E hizo un gesto de tijera con los dedos, como si quisiera arrancarla y llevar como su recuerdo. Jugaron así por una hora y media.
En medio a todo esto, Brian reparó en un anillo solitario que la muchacha tenía en uno de los dedos de la mano izquierda. Se quedó intrigado, pues el anillo estaba en el dedo medio, y no en el dedo anular. Y entonces hizo un gesto (entrelazando los dedos de las manos) como que cuestionando si ella estaba comprometida o no.
Ella apuntó hacia lo alto, y después para él, como quien dice: “Estoy comprometida con Dios, y ahora contigo”. Él no entendió bien, pero le pareció encantadora su manera de contestarle, y no se importó con nada más.
Luego pasó la azafata distribuyendo mantas y almohadas. Y todas las luces fueron apagadas. Al percibir que la parejita no se despegaba y mal se daban cuenta del entorno, ella le hizo una invitación a Natália.
– “Escucha…. ustedes son recién casados, ¿no es así?”, deduciendo esto por el anillo solitario que Natália usaba en la mano. – “Tengo un lugar mucho mejor para los pichones allá arriba, en la primera clase. Y allí hay poca gente, ustedes quieren aprovechar y venir conmigo? “.
– “Claro”, respondió Natália, mientras Brian las miraba intrigado, pero las acompañó presuroso.
La azafata los premió con dos amplias y confortables poltronas y proporcionó deliciosos comestibles a los enamorados. Él, impresionado con la buena suerte que le trajo aquella muchacha, mal conseguía contener su entusiasmo!
Ambos se deleitaron con las fresas, los dulces y el champán que saborearon entre besos apasionados y muchos risos en función de las coquillas que la bebida provocaba en sus narices.
Las azafatas se reían y espiaban, pues percibían la alegría de la parejita enamorada. Estaban, en el fondo, con una envidia sana, pues era increíble ver aquellos hermosos jóvenes tan a la buena de Dios – algo que era incluso más interesante que la exhibición de la película ganadora de cinco Óscares que acababa de estrenar en la pantalla del avión.
Los dos se acomodaron mejor uno en los brazos del otro en aquellos asientos enormes y se entregaron completamente a su repentino y abrumador amor. Comenzaron a besarse y a acariciarse tiernamente, absorbidos por la magia del descubrimiento amoroso en su inesperado encuentro. Ambos susurraban dulces palabras de amor, cada cual en su respectivo e incomprensible idioma. Pero, aun sin entenderlas, apenas disfrutaban del encanto sublime provocado por ese regalo de la vida.
Y fue así durante todo el viaje. Dormían un poco, despertaban, se acariciaban y se deleitaban el uno con el otro, sin comunicarse y sin necesidad de llegar a ninguna consumación sexual. El amor, sinceramente, no necesitó de esas premisas. Un romance mágico y fantástico fluía entre los dos, catapultandolos a alturas divinas de pasión y entrega nunca antes experimentadas.
Eran jóvenes e ingenuos, pero estaban seguros de lo que sentían. Había mucha pureza en sus gestos y caricias, y solamente se rindieron a su inesperada e irresistible pasión. El hecho de no poder comunicarse por palabras sólo los aproximó todavía más. ¿Quién dijo que el amor necesita de palabras? Él los condujo a un mundo mágico, maravilloso, avasallador y sorprendente.
Finalmente despertaron por completo durante el desayuno, faltando algunas horas para el aterrizaje. Se descubrieron completamente enamorados el uno por el otro e hicieron otro intento de dialogar-en vano.
Sin embargo, de alguna manera él logró transmitir a ella la idea de que era capaz de largar todo y acompañarla. Sólo que Natália sintió que eso no era lo más adecuado, tenía todo organizado y no quería arriesgar salir del script en relación a un viaje planeado por un año y medio. No era un viaje de ocio, había incluso personas que la aguardaban. Entonces, con gestos, ella trató de explicar que si los dos tuviesen que encontrarse de nuevo, nada podría impedir esto.
Natália se mostraba tan serena y segura de sí misma – a pesar del brillo mojado en sus ojos – que Brian se sintió todavía más encantado y arrebatado por la joven. Pero, al mismo tiempo, ciertamente acusó el golpe amargo de verse rechazado, pues no entendía el motivo de ella no aceptar que él la acompañase. Pero aún así anotó su dirección en la última página de un libro de Natália. Vivía en Nueva Zelanda, pero en el momento se dirigía hacia el interior de Irlanda, para visitar a los abuelos.
A pesar de muy triste, él simplemente sacudió la cabeza demostrando que estaba de acuerdo en seguir otro rumbo, aunque no creía que la encontraría de nuevo – y quería tanto poder tener un tiempo más con ella!
En el aeropuerto, una vez más la ayudó con las maletas.
Apenas salieron del área de equipaje y cuatro personas ya la aguardaban con una tablilla con el nombre Natália. Ella se volvió hacia Brian y lo abrazó tiernamente por un buen tiempo. Cada uno balbuceó palabras de amor para el otro, pero en el fondo nadie se entendía por palabras, sólo por sentimientos (que es lo que realmente importa). Con evidente resistencia, ambos comenzaron a separarse, pero aún permanecieron con sus cuatro manos entrelazadas mientras se miraban profundamente en una silenciosa y amorosa comunión de almas. Una de las personas del grupo de espera se aproximó de la pareja y, abrazando Natália, la alejó del muchacho que, con lágrimas conmovedoras en los ojos, la acompañó con su mirada hasta que la joven desapareció detrás de una puerta.
Nunca más se encontraron, dado que ella perdió el libro con la dirección de Brian poco después de salir del aeropuerto. Pero ninguno de los dos jamás olvidó aquella noche de magia y romance que tuvieron durante su fantástico vuelo por las alturas embriagantes del amor.
Comentarios de JORGE ZAHELL
La historia anterior demuestra la importancia de mantenernos conectados en el momento presente, en el AHORA. En cualquier instante la vida puede dar un giro y sacar de nuestras manos aquello que teníamos como SEGURO, o regalarnos con lo que ni esperábamos. ¡Todo cambia todo el tiempo! Y es así que debe ser, a fin de que podamos aprender a valorar lo que importa.
Pero entonces, ¿por qué, al terminar de leer esta hermosa historia, tuve la agridulce sensación de que algo faltó en este evento? ¿Será que la manía humana de intentar encajar todo, especialmente el amor, en compartimientos estancos preestablecidos (de perfección inalcanzable) es tan fuerte a punto de neutralizar la percepción de que estos dos adolescentes tuvieron si mucho éxito en vivir ese súbito amor de la manera más ideal que lograron en tales circunstancias? ¿O será que la convivencia diaria tendría acabado con el encanto caso Natalia hubiese permitido que Brian la acompañara?
Nunca lo sabremos, ¿verdad?
O será que sí?
El hecho es que la vida es muy sabia, y cuando algo aparentemente imperdible sale de nuestra vida, muchas veces es porque ella está tratando de ayudarnos hacia el desenlace más adecuado para los involucrados. Somos siempre libres para cambiar de opinión y buscar cualquier camino, pero cuando paramos para SENTIR nuestro corazón – y, por lo tanto, alineándonos con una Inteligencia Superior – entonces aquel sentimiento verdadero nos dirá cual es el camino ideal de aquel momento (siempre que tal alineación ocurra en un nivel lo suficientemente alto como para trascender el nivel del Yo-Humano).
Fue lo que hizo Natália….
Ella no quiso agarrarse a la necesidad de garantizar o perpetuar aquella magia amorosa, pues partía de una plenitud que le decía que había algo aún más sublime por delante en un futuro aún inaccesible para su mente, pero fácilmente disponible para esta inteligencia superior llamada VIDA, la cual estaba tratando de ayudarla hacia una posibilidad aún mejor.
Así que, a pesar de mis resistencias, reconozco (confiando en el radar de Natalia) que el desenlace de este lindo romance probablemente fue mejor para ambos, a pesar de haber parecido injusto para Brian.
La cuestión es que Natália reaccionó a partir de un nivel más alto de Consciencia, mientras que Brian reaccionó a partir de apegos y carencias que Natália ya había superado – hasta porque ella estaba mucho más acostumbrada con las magias de la vida en su rutina diaria, a diferencia de Brian, para quien esta experiencia fue la primera en un nivel más alto.
Bien, por supuesto que somos solidarios y entendemos la reacción del joven, pero hay que comprender que la vida lo provocó a partir de esa hermosa experiencia (la cual él también mereció) para darle la oportunidad de poder optar por elevarse encima de lo trivial y luego comenzar una convivencia natural con lo extraordinario.
De todos modos, los jóvenes de la historia narrada lograron enfrentar la mayoría de sus desafíos. Ellos consiguieron amarse incluso con los obstáculos del idioma y de los objetivos diferentes de cada uno. Se permitieron sentir y dejarse llevar por esos sentimientos. La razón fue puesta de lado, y el amor pudo tener su oportunidad.
¿Cuántas y cuántas veces colocamos nuestra razón en el primer plano y dejamos el amor para atrás?
Pero es claro que al amor no le importa, pues es Absoluto y soberano, SABE que un día tendrá su turno, sea en la primera oportunidad o en la milésima. Por eso el amor no tiene prisa y respeta el libre albedrío de la persona, tampoco necesita de cualquier cantidad de tiempo para hacerse presente.
Si usted, lector, ha perdido una oportunidad así en su pasado, no se culpe. Es parte del proceso de estar vivo y de la libertad intrínseca de cada uno. La pareja de la historia anterior apenas se permitió vivir lo que sentían.
Pero, si usted ha hecho de otra manera, no quiere decir que cometió un error, sólo tal vez no estaba suficientemente preparado. No se identifique con lo que hizo o dejó de hacer, aunque vea claramente que se equivocó.
Usted no es su error.
Usted tampoco es su acierto.
Esto se demuestra claramente cuando Natália, al no querer llevar esa relación adelante, acabó perdiendo el libro con la dirección de Brian. Ella lo tuvo como su príncipe por una noche y sabía que, si fuese para él ser el príncipe de su vida, ellos acabarían encontrándose nuevamente en otra ocasión.
¡Ella estaba segura de esto!
Y se respetó, incluso percibiendo que Brian quería algo diferente. En aquel instante, para ella la Facultad, el curso, su aprendizaje y ese viaje estaban en primer plano. ¡Aún así ella aprovechó al máximo el regalo y el tierno entusiasmo de aquella noche única!
Sin embargo, tengo la impresión de que Natalia habría dejado todos sus compromisos – y mucho más – si hubiera notado en Brian los atributos que soñaba encontrar en su príncipe encantado.
Por lo tanto, ¿en que aspecto el muchacho falló?
Probablemente en apegarse ferozmente a la chica en función de la mágica experiencia amorosa que disfrutaron juntos, imaginando que podría reproducir ad infinitum momentos como aquel.
Natália, más avanzada en su evolución, sabía intuitivamente que no deseaba quedarse con alguien que todavía intentaba sanar sus carencias a partir de la convivencia con otra persona más preparada, y no a partir de él mismo – la única forma posible. Eso no significa que ella no estaba igualmente enamorada por Brian, apenas que soltó al joven para darle una oportunidad de llegar al nivel del cual ella ya disfrutaba.
¿Quién sabe en un futuro próximo los dos viniesen a encontrarse nuevamente y a retomar su amor en igualdad de condiciones? Bueno, la vida es llena de sorpresas….
Entonces, querido lector(a). Se esta historia le pareció algo cruel y le dejo ansioso y hasta curioso en relación a lo que le sucedió a la pareja, sepa que es comprensible. Pero, por ahora, le aseguro que Natalia no estaba equivocada en su intuición, e hizo muy bien en pagar el precio de seguirla.
Es fundamental que una persona aprenda a seguir su corazón!
En cuanto al resto de esta historia, yo sé muy bien cómo ella prosigue. Entretanto, eso es algo para otro momento, una vez que, por ahora, las oportunidades de aprendizaje proporcionadas por esta historia ya fueron suficientes, y esta era la principal intención.
JORGE ZAHELL
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¡Suerte!
JORGE ZAHELL
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Solo por curiosidad, Brian se quedó marcado por la musica QUIZAS SI, QUIZAS NO (de Sabu), mientras vagueaba por Latino America intentando reencontrar su amada Natália, sin lograrlo.
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